mayo 29, 2010

Sábado

Ha pasado más de una semana desde el terremoto y la vida empieza a regresar a la normalidad. Las personas regresaron a sus hogares, los negocios han vuelto a abrir, y la escuela ha comenzado de nuevo.

Después del "incidente" con el grupo de voluntarios, y gracias a la propaganda que ha hecho Juan, me he convertido en la principal atracción del cuerpo estudiantil. Algo así como el héroe popular o el fenómeno de la escuela, aunque yo sentía que era el payaso de la clase.
He estado contando la misma historia una y otra vez tantas veces que ya lo tengo memorizado. Es una historia que ha dado tantas vueltas y ha pasado por tantos oídos que se ha convertido en una leyenda más, exagerándose cada vez más y más. Incluso me han puesto un nuevo apodo: Super-boy.

Aparte de ser acosado por curiosos y extraños, mi situación ha mejorado bastante. La cabeza ha dejado de zumbarme todo el tiempo y ahora solo tengo jaquecas de vez en cuando. He pasado un par de veces por la enfermería y, aunque no me fío tanto de los instrumentos de hace veinte años, me han reportado con una excelente salud física. Parece que mi metabolismo ha cambiado un poco y mis músculos y sentidos se han refinado, según la enfermera, por el estrés post-traumático del terremoto.

En verdad me siento como una persona nueva.


Esta entrada y el resto de las de éste blog forman parte de una partida de blogplaying. Todo parecido con personajes o situaciones reales es puramente circunstancial. Encontrarás más información en www.trasgotauro.com

mayo 25, 2010

Martes

Han pasado 7 réplicas desde el terremoto del Miércoles, aunque ninguno tan fuerte como ése.

Se ha formado una brigada de voluntarios de la colonia para examinar los edificios departamentales del barrio, para garantizarle a los vecinos que pueden regresar a casa con toda seguridad. Sentí que era mi obligación. Mi edificio no había sufrido más que daños superficiales, la estructura salió intacta.

Me sorprendió encontrar a algunos un par de compañeros del bachiller en la brigada. No eramos más que trece personas en el grupo, asesorados por un capitán de bombero que resultaba vivir en la misma calle que yo. Después de una instrucción rápida y al grano, el grupo se aventuró a los distintos complejos departamentales.

Al organizarnos en pequeñas cuadrillas, revisando departamento por departamento y evaluando las distintas marcas, grietas e integridad, marcábamos en las puertas con una linea azul las viviendas seguras y con una roja las cuestionables. Cuando estábamos a punto de terminar con el último edificio, se dio una octava réplica.

El edificio se tambaleó y algunas paredes cedieron por el brusco movimiento de la tierra. Cuando el polvo se asentó, empezamos a llamarnos para saber si alguien había resultado herido. Nadie se esperó que el señor Urquidi sufriría un colapso nervioso acompañado por un infarto.

En la cuadrilla no había ningún médico, y el capitán de bomberos no estaba cerca. Mientras que uno de mis compañeros del bachiller, creo que Juan o algo así, no paraba de gritar y ponía nervioso al grupo, yo no podía dejar de ver al viejo. Se había paralizado, y mantenía una mueca de dolor, con los ojos fijos en mí, como si me rogara que hiciera algo, cualquier cosa. No podía dejarlo así como así.
Mandé a Juan a que buscara al capitán, o que buscara ayuda, una ambulancia o lo que fuera. Organicé entonces a los que pude despabilar y obligarlos a actuar. Gritaba ordenes, que ahora que lo pienso, no tengo ni idea de donde lo saqué. Actuando como un verdadero equipo de para-médicos, logramos estabilizar al señor Urquidi.

Al llegar el capitán de bomberos, seguido por Juan y un par de verdaderos para-médicos, al ver el espectáculo que orquestábamos, donde yo daba masaje al corazón. Cuando los expertos abandonaron el lugar, con el viejo estable y bien, el capitán me felicitó y me preguntó dónde había tomado cursos de primeros auxilios.

La pregunta me dejó frío, ya que no tenía una respuesta a eso. Mi cuerpo se había movido casi por su propia voluntad, como si supiera exactamente qué hacer, y como moverse. Lo único que pude responder, por los nervios y por no parecer un completo idiota, “lo vi en televisión.”

Con una carcajada y una palmada en la espalda, el capitán me prometió hablar con sus superiores en caso de que el cuerpo de bomberos necesitase un par de manos hábiles. Lo extraño del asunto no es que actuara de forma perfecta durante una situación de crisis, ni siquiera ser un experto en primeros auxilios cuando fuera necesario, sino el hecho de qué la broma sobre verlo en televisión bien podría ser lo más sincero que pude decir en ese momento.

Y justo ahora, mi dolor de cabeza se ha intensificado. ¿Qué me está pasando?






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mayo 23, 2010

Domingo

Por fin, después de cuatro días nos han regresado el internet.

Han sido días dificiles para todos, en especial después de la respuesta del gobierno. Vivimos en una región con alta actividad sísmica, y nadie había previsto uno tan fuerte. Los primeros reportes cuando la electricidad regresó, casi 24 horas después, decían que había sido un terremoto de 8.7 en la escala de Richter. Un susceso histórico, ya que el país nunca había sufrido de un impacto tan fuerte, nisiquiera en el 86. Con más de la mitad de la ciudad en ruinas y cientos de muertos cada hora, parecía bien el fin del mundo.
He perdido amigos y conocidos en el terremoto, pero por alguna razón, no siento tristesa. Tal vez porque no he tenido el tiempo para recordarlos, o porque he intentado sacar inspeccionar la seguridad del departamento donde vivo, o simplemente no quiero pensar en ello. Nadie quiere pensar en ello.

Ahora que tengo internet (increíble que regresara en Domingo), primero que nada, me he puesto en contacto con mi familia, decirles que estoy bien. Las lineas telefónicas son inestables hasta ahora, pero algunas redes de internet trabajan lo suficientemente bien. Además, he decidido empezar este blog, a modo de diario, para mantenerme con algo que hacer para mantener ocupada mi mente.

Me siento normal, aunque algo cansado, con un incesante dolor de cabeza, pulsando y palpitando, desde que terminó el terremoto. El doctor del refugio donde me quedé los primeros días dijo que podría ser por el estrés y la adrenalina, pero llevo tomando las pastillas que me dio desde ese día y el dolor no se va. Espero que ahora que ya estoy en casa, seguro, y con mi familia sin preocupaciones, el dolor desaparezca paulatinamente.


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Presentación

Saludos lectores y jugadores. Mi nombre es J. Eduardo Márquez y les doy la más calurosa bienvenida a mi nuevo Blog dedicado enteramente al Blogplaying. La idea para este tipo de juego ha sido recientemente publicada por Trasgotauro Ediciones, donde la idea general es la de presentar la historia de un personaje, relatada desde su punto de vista, dentro de una ambientación en específico. Para más información sobre el juego, sus reglas y la ambientación, tómense la molestia de ingresar a Trasgotauro Ediciones.

Ahora me encargaré de presentarles al personaje.

Su nombre es Luis Enrique Márquez, un chico de 17 años, estudiante de preparatoria y músico de medio tiempo. Vive en la Angelopolitana y Heroica Ciudad de Puebla, México. Su principal pasión son los programas de televisión de ciencia ficción, tocar el bajo eléctrico, leer y coleccionar cómics, y escribir historias de ficción sobre sus principales hobbys. No es el chico más inteligente de la escuela, pero tampoco es el más torpe. No está dentro de ningún equipo deportivo, pero tampoco es miembro del club de ajedrez. Como la mayoría de los chicos de su edad, simplemente existe.